viernes, 1 de abril de 2011

Frío.

Frío.
¿Sensación térmica? Quizás.
¿Pero es posible que pueda ser otra cosa? Puede.
¿No sentimos frío cuando recordamos momentos tristes?
Pero ese frío es diferente. Distinto. Es una sensación estática, perenne, que hace que nuestras facciones se relajen y muestren una inexpresividad impactante.
O cuando nos dan una mala noticia. De esas que se te para el corazón. Y aun llevemos mucha ropa de abrigo, parece como si estuviéramos en un paradero desconocido, en la esquina más remota, de cualquiera de los Polos.
Es más que la temperatura corporal.


                                   Es casi un sentimiento.

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