viernes, 12 de agosto de 2011

Abrir puertas.

Abrir la boca. Coger aire. Poner los brazos en cruz. Gritar.
Te sientes libre. Tu garganta se desgarra, incluso duele. Notas cómo la voz, como cuchillas, te arañan por dentro, pero sigues gritando, porque lo necesitas, porque estás demostrando que nada te puede derrumbar.
Cierras lo ojos con fuerza y te sientes seguro. Los cierras tan fuerte que te duelen, por dentro.
Notas como el tórax se vacía de miedos e inseguridades.
Paras unos segundos y vuelves a la carga. Esta vez visualizas personas en tus ojos dolorosamente cerrados.
Ves a tu madre. Gritas.¿Por qué? Por todas esas veces que has sentido la necesidad de hacerlo y no pudiste por el simple hecho de ser tu madre, una figura a respetar.
Ves a tu padre. Vuelves a gritar. Más fuerte quizás. ¿Por qué? Por haber sido tan duro contigo. Por machacarte de esa manera. Por hacerte sentir inferior.
Ves a tu hermano/a. Y gritas de nuevo. ¿Por qué? Por la envidia y los celos. Por la rabia al ver que no le decían nada.
Ves a tu abuelo. Gritas pataleándo el suelo. ¿Por qué? Por haber sido un desagradecido y un animal toda su vida, machacando a todo el que esté a su alrededor.
Ves a tu abuela. Ya no gritas con tanta fiereza, pero sigues gritando. ¿Por qué? Por todo lo que decía. Todo mal dicho, sinsentidos.
Y te ves a ti. Ahora no hay Dios en el Cielo, en el Olimpo siquiera, que pueda detenerte. Gritas, pataleas, pegas puñetazos al aire. Lloras. ¿Por qué? Por todos tus defectos. Por las cosas que hiciste mal y no se te perdonaron aun te arrastraras por ello. Por esa confianza que tenías con personas que ahora no son nada, ni si quiera cenizas. Por comportarte de maneras absurdas dependiendo de con quién estés. Por intentar ser la hija perfecta a ojos de papá. Por querer entender más a tu madre, sin éxito. Por querer calmar, poco a poco la envidia y angustia que le causa algo en tu interior que te prohíbe comportarte como tal con tu hermana. Por intentar entrecerrar los oídos y entender que la educación socio-político-religiosa no era la misma que ahora. Por ignorar a ese animal que ya ni la Luna nueva es capaz de retener. Por todo y por eso gritas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario