jueves, 1 de septiembre de 2011

Descripción.

Te veo ahí, quieta. Con esa mirada penetrante. Incitando a no decir nada inoportuno. Tu boca apretada contine las palabras más duras y frías que jamás hubieras dicho en público. Los hombros rectos, perfectamente colocados. Perfectamente cuiertos por el collar perlado que se deja caer con delicadeza sobre  tu pecho. Las mangas oprimen tu delicados brazos. Las manos, entrecruzadas por encima del vestido. Ésas manos, que abofetearon las más dulces de las caras. Tu pelo. Largo y rizado hasta la cintura. Suave, brillante. Y en lo alto de las cumbres no nevadas todavía emerge una tiara. Lazando y entrelazando oro blanco y acogiendo disimuladamente los diamantes que componen su grandeza.
El vestido, que cae con tesazón, impregnado de detalles brillantes, con seda. Colorado en beige. Es largo y sencillo.  De corte recto, aunue marca un poco de curvas gracias al fino cinturón de diamantes que se posa en tus caderas, no muy anchas.
Estás de pie. Con actitud imponente. Atrapada en esa cárcel de madera y óleo.
Pero tras esa figura amenazante, todos sabemos, que no eras más que el fruto de un amor que un día se marchó sin dejar huella. Sólo unas palabras que el viento se llevó y jamás fueron escuchadas: Te quiero.

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