Salimos del cine. Sonrisa. Beso.
La noche, el frío y la lluvia proponen
un camino divertido y torpe
hasta nuestro café. Hablamos de la película
de Rohmer, de futuros
viajes, Europa siempre.
Me llevas al salón
con una suave cinta
negra en los ojos. Corres
el telón y descubres
tu piano, Para Elisa.
Luego me dices por primera vez:
"Los poetas hablan siempre de sí mismos".
Siento ahora que no hay ciencia limitada,
siento que estoy amándote.
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