sábado, 26 de noviembre de 2011

Descripción.

La partida se torna interesante. Peterson se retira. Locke sube la apuesta. Smith la iguala.
El ambiente cargado. El aire espeso. La mezcla de humo de puro y la colonia de hombre, encierran en una burbuja a los jugadores. Sobre la mesa, una reina de corazones, cegada por la anaranjada luz, tensa sus labios.Smith se pone nervioso. Sus dedos empiezan a golpear suavemente la mesa. Se está delatando a sí mismo.
Tiene buen juego, pero teme perder, pues acaba de apostar el colgante preferido de Terry, su hija, la niña de sus ojos, en la apuesta anterior.
 Esa chiquilla de ojos claros, azules como el cielo. Esa niña de pelo ondulado y chocolate que recibe a su padre cada día con un abrazo. Esa niña va a ser decepcionada por un padre que ha apostado lo que más quería en un estúpido juego.
Smith no soporta la idea de que su hija lo desprecie, pero si se retira lo pierde todo. Las manos comienzan a sudarle. El corazón aumenta progresivamente su velocidad.

Locke le hace una seña a Smith. Y ambos enseñan sus cartas.
Doble pareja para Smith. Full de reinas para Locke.
En ese momento, una imagen desgarra por completo a Smith. La imagen de Terry llorando desconsolada. Esas mejillas sonrojadas que salan.
Acaba de perder una apuesta. Una partida. Acaba de perder a su hija.

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