martes, 26 de junio de 2012

Madrugadas de insomnio

Una planta se deja mecer por la fresa brisa de la madrugada. Es brisa ligera que huele a noche. Que refresca la piel castigada por el sol. Es como una caricia armoniosa.

Salgo al balcón y me apoyo en la baranda.
Me enciendo un cigarro.
La ciudad duerme entre luces naranjas.Hay silencio. Puedoescuchar mis pensamientos con claridad.
Paso dentro y cojo el vaso de whiskey que había dejado sobre la mesa, y vuelvo a salir.

Sigue todo en silencio.

A lo lejos se divisan las pequeñas luces de los coches mezclándose con la oscuridad.

La brisa ahora juega con mi pelo.

Bebo un trago de whiskey. El hielo choca ontra las paredes del vaso y se posa en mis labios. Qué dulce frío. Suspiro.
Observo a un transeúnte bebido bailar con su sombra mientras busca el camino a su casa.

Noto cómo el cigarro se consume en mis dedos. Me lo acerco a la boca. Aspiro. El amargor del humo se desvía a mis pulmones. Dejo que salga, después de tragarlo, por donde fue condenado a arrancar de mi el oxígeno.

Miro sin mirar al cielo apagado.

Pequeñas gotas nacen del vaso y mueren, algunas en mis dedos, otras saborean la libertad hasta que se estampan en el aún caliente asfalto.
Bebo un trago de whiskey. Arde cuando pasa por mi garganta.

El cigarro se ha consumido, y en un movimiento rápido y sigiloso lanzo lo que queda de él a la calle. Me quedo observando la trayectoria de la colilla. Bota dos veces en el suelo. Vuelan pequeñas chispitas encarnadas hacia arriba, y explota el extermo quemado, en silencio, en más chisporroteantes y diminutas porciones de pólvora. Fuegos artificiales para las hormigas.

El hielo se ha derretido casi por completo y a aguado lo que queda de ese líquido de color sepia. Miro al vaso, lacrimoso, con desdén.
Es algo inusual, tengo la mente en blanco. No pienso. No recuerdo. No adelanto.

Hay un gato. Se asoma sigiloso tras un coche. Se lame una pata. Parece herido.

Alzo un poco la vista. Las luce azules de un coche de policía se acercan rápidas y silenciosas y se pierden en una curva.
El reloj de la estación marca las cuatro y veinte.
Mis pies se mueven inspirados y con paso elegante hacia el interior de la casa. Dejo el vaso sudoroso en la cocina. Me voy a mi cuarto. Hay bochorno dentro de la habitación.

Quién fuera planta para mecerse en la brisa de la madrugada.

5 comentarios:

  1. Me encanta. Bajo mi punto de vista, deberías escribir más textos como este y menos de los otros, tan tristes, aunque en ellas quieras expresar lo que sientes en ese mismo momento; no van con tu sonrisa. :)

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    1. Hay veces que necesito expulsar de mi todo aquello que me oscurece por fuera y me pudre por dentro. Si supiera componer, compondría miles de obras al piano, pero no sé, así que compongo miles de historias, que suelen tratar casi siempre de mi. Las escribo, y me siento bien. A lo mejor no en el momento, pero a la larga noto cómo donde antes había cenizas, ahora crece la hierba fresca.
      Necesito de las palabras para expresarme, para liberarme de mí misma por unos instantes. Necesito hacerme ilusiones y romper yo misma mis sueños. Necesito darme lecciones a mí misma. Y qué mejor que escribir.
      No pretendo ser una víctima de la vida. No quiero que nadie sienta pena de mí. Quiero expresar mis emociones. Quiero sentirme libre por un momento.
      Escribir es lo más mágico que tengo ahora mismo.
      Es una necesidad. Es un reclamo de mi alma que pide oxígeno.
      Sé que no gustan mis entradas, pero nadie os obliga a leerlas. Entended que mis únicos confesores, en este momento, son un boli y una hoja en blanco.

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  2. Está genial que te quieras expresar libremente. Te recuerdo que tus únicos confesores no son 'el boli y el papel', también lo somos tus amigas y lo sabes de sobra :) pd. soy Marina hahaha!

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    1. Cierto es. Y creo que me estoy portando, ¿no? :)
      P.D: Tee quierop !

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  3. sí, la verdad es que sí ;) Pd. yo más! L

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