martes, 3 de julio de 2012

Es tan pequeño...

Justo en el momento en el que Dianne va a coger el sueño, una voz susurra no muy lejos de su oído .- Mamá, tengo miedo-.
Abre los ojos adormilada, con el dulzor del primer sueño en la sangre. Sonríe.
.- Mamá, ¿puedo dormir con vosotros?-. la vocecita suena nerviosa, como si tuviera lágrimas en la garganta, pero siendo lo suficientemente fuerte como para no dejarlas escapar.
Dianne se pega a la espalda de su cónyuge y le deja sitio al pequeño Joan, que se camufla rápidamente entre las sábanas, mientras es abrazado por su madre. Ésta, le da un beso en la cabeza y le acaricia desde atrás la mejilla.
El pequeño se duerme enseguida. Respirando lentamente. Saboreando el aire.
La joven madre cierra los ojos. Puede oler el perfume a champú de su retoño. Puede sentir cómo su corazón late con fuerza, pero a un mismo ritmo. Lo abraza más fuerte. Le parece tan frágil. Tan pequeño.Tan lindo en todo su ser, que no quiere dejarlo escapar jamás.
El pequeño gira sobre sí mismo, y se pone cara a su madre. Dianne se sobresalta un poco y abre los ojos. Y ahí está. Ahí está una de las razones por las que ser feliz.
Lo observa en silencio.
Observa al milímetro a Joan.
Sus largas pestañas. Los ojos sin estar cerrados del todo. La nariz de su padre. Los labios de su madre. Las mejillas redonditas, casi comestibles. Las orejas chiquitinas. El pelo rubio oscuro.Suave.
Es tan pequeño. Es tan suyo.
Le acaricia la nariz y el pequeño la arruga, frunce el ceño, y vuelve a girarse, dándole la espalda a su madre.
Dianne ahoga una risa.
Suspira.
Cierra los ojos.
Mañana será otro día.

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