jueves, 6 de junio de 2013

Como las olas del mar...

Una... y otra... y otra... Una que se expande más... otra menos... Una que rompe con fuerza... otra que lo hace casi imperceptible... 

Y así... una... y otra... y otra... vienen las decepciones, las desilusiones, la ansiedad, los miedos, el buen humor, las sonrisas, lo llantos, la ira, la rabia, la felicidad...

Que sí, que sí... que es la adolescencia... que son las hormonas, que sí... Que todo eso está muy bien... Pero no quita que se sufra mucho... muchísimo.

Os puedo asegurar que, por mí, no va a ser recordada como la mejor época de mi vida... os  lo prometo. Cada uno lo ve de una forma, y yo, por desgracia, lo veo todo siempre del lado más oscuro.

Y YA SÉ QUE SE PUEDE CAMBIAR, PERO, ¿Y SI ME SIENTO TOTALMENTE INCAPAZ, O NO SÉ, O SIMPLEMENTE NO ME DA LA REAL GANA?

Qué harta estoy... qué cansada... que triste y desilusionada... Y no quiero condescendencia o compasión. Esto, me lo suelo buscar yo sola, y otras veces, se presenta solo.

¿Que cómo me lo busco? Pensando. ¡Qué se le va a hacer...! ¡SOY UNA PERSONA DESEQUILIBRADA Y DEPRESIVA! Me han tachado incluso de bipolar... 

Pero me da lo mismo, cómo me llamen o lo que piensen de mí...

Tal vez mire demasiado en mi espejo, pero no creáis que no veo los problemas de los demás, pero, ¿sabéis qué pasa? He estado muchos años desgastándome y desviviéndome por ayudar a los demás, sin pedir nada a cambio, y sigo sin pedirlo, soy muy feliz por haber intentado ayudar a los que quiero. Pero creo que me va tocando a mí ayudarme un poquito, aunque no sepa bien cómo. O por lo menos darme un palico en la espalda, y seguir muy muy despacio.

También sé que tengo hartos a mis familiares y amigos, pero yo soy así, y por más que intente cambiarlo, no lo voy a conseguir. 

Y así, una vez más, me encuentro en un hoyo, que yo misma he cavado, y me escondo cual avestruz, pero es que ya me da igual... sólo quier llorar y que se me quite todo, que se desparrame como el mar sobre la arena, y ahí se quede. Que estoy ya cansada de todo y todos.

Me siento una inútil. Me siento una mierda. Me siento juzgada. Me siento deprimida. Desilusionada. Pero, ¿sabes qué? Lo único positivo que saco de mi situación es que no se me ha olvidado sonreír ni reírme a carcajadas, y al menos, voy desplazando mis problemas cuando no quiero que estén conmigo.