lunes, 4 de marzo de 2013

Cuando no me queda nada más que excusas...

Cuando todo es silencio en la música. Cuando los días son negros aún con el sol fuera. Cuando la sonrisa sale sola y el sentimiento de felicidad es verdadero, pero en bastidores un cúmulo de tristeza se humedece pudriendo las tablas del escenario. Soy consciente de mi problema. Y me sé la solución. Pero mi sangre ya no me pertenece, ni mis ojos ni mi boca.
Siento, siento y duele. Duele ver en lo que me estoy convirtiendo. Duele ver cómo me sorprendo para mal cada día. Intento cambiar, ya he escuchado todas vuestras charlas. Pero el pistoletazo de salida lo tengo yo, y la bala es de fogueo.

No hago más que engañarme a mí misma, poner excusas, pasar de todo... Y lloro.
Lo único positivo que puedo sacar de ésto, es que, al menos, sonrío...
La ansiedad se ha vuelto mi compañera de viaje, y es demasiado pesada.
El desánimo viene y va. Pero siempre espero su llegada y ansío su partida.
Y qué aburrido todo esto, ¿no?
Con lo bien que yo estaba... ¿Seguro? No lo creo.

Todo en esta vida son fachadas. Putas fachadas que nos venden la imagen de quienes no somos, ni de lo que realmente sentimos. Esas fachadas de porcelana disfrazando toda la basura que tenemos debajo de la piel. Nos las vendemos a nosotros mismos. Pero cuando nos miramos al espejo, todo se rompe. Cuando escrutamos nuestro interior mirando directamente a nuestras pupilas a través del tiempo. Todo se rompe, se cae, se destruye. Pero una vez torcemos la mirada hacia otro punto de la vida, todo vuelve a resurgir... Como si aquí no hubiera pasado nada. Pero ya sabemos que no somos nada. Yo no soy nada.

Siento que no me pertenezco a mí misma, que me he perdido en mi propio laberinto. 
"Lo único que tienes que hacer es salir..." dirás... ¡NO! ¡NO ES TAN FÁCIL, JODER!

Ira. Anida en mi pecho. Y espera la mínima para salir y lucirse. Y luego, se esconde y se calla como una puta de barrio.

Sólo me queda suspirar y rezar todos los días que no puedo más entre dientes y crujidos, entre sonrisas y besos. Y quitándome ideas de la cabeza como el que arranca una mala hierba. No puedo caer más, creo que ésto ya es suficiente. No creo que mi cuerpo aguante una situación emocional peor...


Sólo quiero llorar... y ni eso puedo...