viernes, 30 de marzo de 2012

Nada

Cierro los ojos.
No respiro bien.
Mil y un pensamientos fustigan mi mente sin piedad.
Estoy cansada. Quiero dormir.
Pero no puedo. Hay algo que me lo impide.
No quiero pensar. Quiero estar tranquila.
¡Con la mente en blanco, o en verde!
Me repito.Me canso de oirme.
Me aburro de mí misma.
Estoy harta.
Quisiera volver al pasado. No sé a qué.No sé por qué.
No soy capaz de decir lo que quiero.
Lo sé, pero me da vergüenza.
Lo sé, pero me da miedo.
Lo sé, pero no lo voy a hacer.
Ojalá viviera en un bosque.
Ojalá fuera árbol.
Ojalá fuera brisa.
Lluvia. Nubes.
Ojalá fuera ese brillo que se adentra en los corazones y les da luz, los reconforta y los hace fuertes, y no una espina que lo único que da es preocupación y dolor.
Ojalá fuera nada.
Un papel que se quema.
Una hoja que se pierde en el bosque.
Una gota en el mar.
Un copo en la nieve.
Un suspiro en el viento.
Una risa en el vacío.

sábado, 24 de marzo de 2012

Sé que he hecho bien.

Tengo un pequeño remordimiento, pues una persona cercana a mi me ha espetado que no estaba haciendo bien. Pero, ¿acaso no puedo decidir con quién voy y con quién dejo de ir? Claro que sí. Es mi vida. Y  yo decido en ella.
Primero, recibí una invitación para ir al cine. Acepté, porque pensé en mí. Y porque al lado de éstas personas me siento bien.
Suena egoísta, pero ya basta de anteponer a los demás antes que a mi persona. Ya no puedo más, estoy harta de sentirme culpable por elegir la opción que verdaderamente me hace feliz.
Tras una sobremesa de lujo me fui con mi padre, en vez de con mis amigas. Te preguntarás por qué. Simplemente no hay razón, a ellas las veo todos los días, mientras que a mi padre no tanto.
La tarde con él ha sido estupenda, hemos hablado de muchas cosas y he disfrutado de su compañía, que era lo más importante.
Llamé a mi mejor amiga, antes de ir con mi padre, y le expliqué lo que quería hacer. Sorprendentemente , me entendió. Y supe, que lo que estaba haciendo, era lo correcto.
Hice caso de mi cuerpo, de mi mente y de mi alma.
Disfruté una tarde inusual, nueva y llena de cariño.
A pesar de que tengo una manchita negra que ronda por mi cabeza, taladrando el mismo mensaje ("debías haber ido con ellas"), estoy feliz.

martes, 20 de marzo de 2012

¿Qué necesito?

Me respondo inútilemente con que necesito tranquilidad.
Pero, creo, que lo que de verdad necesito es desvincularme de lo que me oprime, o de lo que dejo que me oprime, concretamente.
Necesito volver a creer en mí. Sentir que soy capaz de todo, aunque los demás me digan que lo soy.
Necesito respirar sin sentir que me ahogo. Que las cosas no me afectan más de lo justo y necesario.
Mirar a los demás y no sentir punzadas de remordimientos, rabia o cualquier otra cosa desagradable.
Pero lo que de verdad necesito es descargar todo aquello que me ennegrece por dentro.
Que se va pudriendo. Me aplana y me vuelve gris.
Necesito no sentirme un espectro andante.
Levantarme cada mañana sabiendo que soy feliz, y me siento bien, y que pase lo que pase, no voy a sentirme mal. Y no levantarme y sentir que estoy en una montaña rusa emocional, no emocionante.
Volver a reir a carcajada limpia.
Qué dulce sensación.
Y lo voy a conseguir. Claro que sí.
Tengo personas a mi lado, que me quieren y me apoyan, a las que me van a faltar vidas para poder agradecerles y devolverles todo lo que están haciendo por mí.
Sé que con tiempo, paciencia y fuerza volveré a tener ese brillo en los ojos.
E ir escribiendo en estas páginas etéreas un fragmento de su vida, el cual recordará como si fuese una pesadilla de la que logró despertar.

Despedida.

Quizás, cuando muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre belo, brillará sin conciencia.

Quizás no recuerde quien
fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh, hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.


Gabriel Celaya.

martes, 6 de marzo de 2012

"No quieres morir, realmente quieres que te salven"

Creo que esa frase describe parte de mi vida, pero, ¿qué pasa con la otra porción?
Dicha porción está anclada. Encerrada en una cueva. Incapaz de tomar decisiones propias, haciendo que mi conciencia quede tranquila.

Y aquí estoy, con un corset invisible, impidiéndome respirar. Con ganas de salir de ésta situación...al borde de caer en las manos de una profunda tristeza. Pero ya sé lo que tengo que hacer, pero no tengo casi fuerzas.

Pero como dijeron dos buenas amistades:
Don't give up.
No hay noche que dure eternamente, siempre amanece.